En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Como el Padre me ha
amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos,
permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi
Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté
con vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
(Jn 15, 9-ss)
Amamos a Cristo en la medida que guardamos
sus mandamientos.
En
este pasaje evangélico, Cristo vuelve
insistentemente al tema de la Gracia que salva, diciendo: si dais fruto
abundante, seréis mis discípulos y daremos gloria a Dios.
¿Quién
nos hace discípulos sino la gran misericordia de Dios?
Somos pues obra suya, Dios nos crea en
Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras.
“Como el Padre me ha amado –dice – así os
he amado yo; permaneced en mi amor”.
Aquí está el origen de todas nuestras
buenas obras, pues, ¿cómo podrían ser
nuestras, sino por la fe activa, en la práctica del amor? y ¿cómo podríamos amar, sino hubiéramos sido
amados primero?
Lo dijo clarísimamente el mismo evangelista
en su carta: “Nosotros amamos a Dios, porque Él nos amó primero”.
“Permaneced en mi amor.” ¿Cómo permanecer?
Escuchemos lo que sigue: “Si
guardáis mis mandamientos permaneceréis en mi amor”. ¿Es el amor el que
hace guardar los mandamientos o es la guarda de los mandamientos la que hace el
amor? pero ¿es que puede dudarse de que es el amor el que precede?. El que no
ama no tiene razón suficiente para observar los mandamientos. Por eso lo que
sigue: “Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor”, muestra
no dónde se genera el amor, sino cómo se
manifiesta, para que nadie se llame a engaño, diciendo que le ama, sino guarda
sus mandamientos.
Y concluye con el también insistente
mandato en los relatos de Juan: “ Que
os améis los unos a los otros , como yo os he amado”; Amor de cruz, amor de entrega.
Hay
una visión preciosa al final del Cap. 15
de la carta a los Corintios, que dice que han de ser destruidas todas
las esclavitudes que pesan sobre el hombre, y que cuando todas hayan sido
destruidas, se destruirá la última, la muerte, y entonces Cristo entregará el
reino al Padre, y será TODO en todas las cosas.
Es una visión lineal preciosa del progreso, basado en el Amor que nos
renueva, haciéndonos hombres nuevos, herederos del Nuevo Testamento, intérpretes de un cántico
nuevo.
Este Amor renovó a los
justos patriarcas, a los profetas, a los apóstoles y ahora renueva a los
gentiles, y hace de todo el género humano, extendido por el
universo, un único pueblo nuevo: LA
IGLESIA, que escucha y guarda estas palabras.
MAR Barcelona
Sem comentários:
Enviar um comentário